Laberinto
Descubra el Laberinto de la Santa Cruz
Un laberinto es una Oración Mística en Movimiento. Es una herramienta para la oración contemplativa y la meditación. Tiene un solo camino que lleva tanto hacia dentro como hacia fuera del centro. Siempre se puede ver el centro. El destino está asegurado, permitiendo que la mente permanezca quieta y atenta.
Recorrer el Laberinto despeja la mente y nos permite comprender mejor nuestro camino espiritual. El Laberinto es simplemente una herramienta para que muchas personas profundicen su vida de oración. Cada entrada y salida del Laberinto es una oportunidad única para encontrarnos con nuestro Dios creador y amoroso a través de la oración contemplativa.
Sugerencias para recorrer el laberinto
El Laberinto puede ofrecer un momento para detener un problema en particular. intención a DiosComo cuando intentas discernir la voluntad de Dios u orar por otra persona. Pero, con mayor frecuencia, un recorrido por el Laberinto es un momento para abrirte a Dios sin agendas.
Antes de entrar al Laberinto, pasa unos momentos tranquilizando tu mente. preparación para la experienciaObserva tu respiración y sintonízate con su ritmo mientras te tranquilizas para prepararte. Después, quizás quieras rezar una oración antes de comenzar la caminata.
Al caminar hacia el centro, quizás quieras considerar las cosas que necesitas soltar para estar en la presencia de Dios. O quizás quieras aferrarte a una intención por la que caminas.
Camina a tu propio ritmo…que puede ser lento y mesurado o relativamente rápido. El ritmo que te resulte adecuado es la velocidad adecuada para el Laberinto. También puedes hacer pausas cuando quieras, en las curvas o en otros puntos del recorrido.
Si otras personas recorren el Laberinto al mismo tiempo, puedes apartarte del camino para dejarlas pasar o detenerte para que te rodeen. Pueden saludarse mutuamente o concentrarse en su propio recorrido, según lo consideren oportuno.
Al caminar, observa cómo el sendero serpentea a veces cerca del centro, a veces cerca del borde. Esta es una metáfora de nuestros propios viajes espirituales. El camino que nos lleva a Dios puede acercarnos a su presencia a veces, y a veces alejarnos, a lo largo del camino.
Al llegar al centro, puedes continuar de pie o sentado. Pasa tanto tiempo como desees en el centro del Laberinto.
Cuando estés listo, emprende el viaje de ida por el mismo camino que te llevó al centro. Al repasar tus pasos, quizás quieras reflexionar sobre lo que recibiste de la experiencia.
Al llegar a la salida del Laberinto, quizá quieras quedarte un rato en la zona. Puede ser un momento productivo para dibujar, escribir en tu diario o sentarte y disfrutar de la relativa quietud.
Existe una larga tradición de laberintos en las catedrales católicas que se remonta a la Edad Media. Les agradecemos que compartan esta oración.
Una oración laberíntica
Dios eterno, nos llamas a emprender aventuras cuyo fin no vemos, por caminos aún no transitados, a través de peligros desconocidos. Danos fe para salir con valentía, sin saber adónde vamos, solo sabiendo que tu mano nos guía y tu amor nos sostiene; por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

“Me mostrarás el camino de la vida” Salmo 16:11